El molino caído


El molino Riole o Riode le conocemos todos como el molino caído. Si quieres llegar hasta este edificio no lo vas a tener fácil, ya que se encuentra escondido entre la carretera y el río, bien parapetado al abrigo de una gran roca de caliza de le hace de pared, a unos 200 metros del pueblo río arriba. 


Antiguamente había un camino por el que podían pasar carros tirados por vacas con el cereal para ser molido allí. Hoy en día, ese camino ha desaparecido entre escombro y maleza y la única forma de acceder a este lugar es convertirse en cabra durante los metros que hay de bajada casi vertical entre zarzas y piedras sueltas desde la carretera. 
Cuando llegas abajo lo primero que te va a sorprender es el estado de ruina y abandono del inmueble a merced de la vegetación de ribera, las crecidas del río y a la actuación de más de un desaprensivo que decidió que éste era un buen lugar para lanzar su basura. Hemos llegado a sacar desde tazas hasta maletas llenas de botas de su interior. 



En esta atmósfera de abandono no exenta de encanto podemos ver retazos de cómo podía haber sido el edificio original. Los arcos por los que pasaba el agua que movía las ruedas de piedra aún se pueden ver, aunque están prácticamente colmatados por sedimento, al igual que el canal que partía desde un estanque que se situaba en la parte trasera del molino donde se almacenaba el agua que luego lo hacía funcionar. De ese estanque no queda mas que el recuerdo. El agua se desvía desde el Pedroso unos cientos de metros más arriba y en la zona de la Cueva aún se puede ver, tallado en la roca, parte de este canal. Cabe decir que este molino era particular, es decir, había un molinero que se encargaba de hacer el trabajo; no era como el que hay dentro del pueblo.



Volviendo al edificio, antaño de dos plantas, destaca cómo se integró dentro de su estructura la roca caliza que compone la pared norte y parte de la este. Literalmente, la roca forma parte del molino. Aún se conserva la ventana, que debió de ser un balcón, que daba al río Pedroso, la puerta y otra ventana en su fachada. El suelo está completamente hundido y su interior tomado por maleza, pero, apoyadas en la roca, están dos de las tres piedras de moler. ¿Y la tercera? Si eres observador y te acercas a esta zona, tal vez la encuentres. 









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